Mendel el de los libros

Mendel el de los libros es una novela corta de Stefan Zweig que nos cuenta la vida de un hombre para el que los libros no solo resultaban su negocio, sino también su vida.  La historia se centra en la figura de Jakob Mendel, quien era un corredor famoso de libros en Viena y que administraba su venta en una de las mesas del café Gluck.

Mendel era famoso por su prodigiosa memoria y por su capacidad de conseguir volúmenes de libros
poco conocidos. El narrador nos cuenta la primera vez que conoció y visitó a Mendel, el cual le pareció una revelación y un genio. No obstante, como Funes el memorioso (personaje del escritor argentino Jorge Luis Borges) la capacidad memorística de Mendel está en detrimento de su capacidad por darse cuenta de lo que pasa a su alrededor.

En esa época, la invasión nazi de Viena, empezó a causar estragos de la vida cultural y social de Viena y sobre todo, comenzaron a darse persecuciones y capturas de personas que tuvieran familia judía. La ocupación nazi es uno de los temas que trata Zweig en otras novelas, no obstante, la forma de trata el conflicto bélico lo hace de los inductivo, es decir, observamos la forma en que la guerra afecta la vida de esa persona.

Hay mucho que comentar de la novela. La capacidad narrativa de Zweig provoca que las páginas pasen y al final conozcamos el destino trágico de Mendel. Una buena recomendación para los lectores interesados sobre la II Guerra Mundial:

Le di afectuoso la mano. "Quédeselo tranquila. A nuestro viejo amigo Mendel le habría encantado que al menos una entre los muchos miles de personas que le deben un libro aún se acuerde de él". Después me maché y sentí vergüenza frente a aquella anciana y buena señora que, de una manera ingenua y sin embargo verdaderamente humana, había sido fiel a la memoria del difunto. Pues ella, aquella mujer sin estudios, al menos había conservado el libro para acordarse mejor de él. Yo, en cambio, me había olvidado de Mendel el de los libros durante años. Precisamente yo, que debía saber que los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.


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